Por: Ana Roiz
Al comenzar 2015 y gracias a la noticia de la próxima formatura en mi grupo, uno de mis propósitos principales, fue enfocar una gran parte de mi atención y tiempo a la capoeira.
A finales de enero, tuve conocimiento de que se llevaría a cabo el evento «Raíces», el cuál sabía que existía, pero no tenía muchos datos al respecto. Hablé con Julia, mi querida amiga veracruzana con quien comparto el amor y pasión por la capoeira y tuve un panorama más amplio, sin embargo mis expectativas era limitadas porque no conocía a nadie allá y no encontré a nadie que se animara a asistir de LDM.
Llegó la fecha y ni siquiera estaba segura de ir, no tenía nada listo y el evento duraba de una semana. Un día antes de partir, logré comunicarme con Alan (GNG) y conseguí transporte para llegar a Zoncuantla, Veracruz. Le pregunté a Alan si ya había ido y su respuesta fue: ¡Sí Roiz, está muy bueno y es bien roots!
No tenía mucha idea de qué significaba «bien roots», pero me convencí de que era una buena idea. Al llegar a Cuernavaca, encontré a algunos conocidos, que al final de ésta maravillosa experiencia se convirtieron en mis amigos: Prof. Cigarra (ACDC), Inst. Esqueleto (GNG) Erika (ACDC) y Gaby (GNG).
Finalmente llegamos al Rancho la Olla, después de un recorrido de varios kilómetros en camino de carretera y terracería y el clima no era lo que yo esperaba, no estaba preparada para acampar y juraba que podría hospedarme en algún lugar cercano y llegar al evento aunque tuviera que caminar. Estaba bastante desubicada y juro que llegué y quería regresarme.
Pero no podía quejarme ya que la recepción al evento no pudo ser mejor… de forma magnífica, coincidente o afortunada, llegamos y estaba por comenzar la roda. Fue emocionante reencontrar a CM Guaxini, coincidir con mi amigo Prof. Chris (CAOV) y conocer a Prof. Neve (CAOV) quien estaba de visita en México por el evento que se realizaría a la par en otra comunidad dentro de Veracruz.
La roda fue breve pero el ímpetu y las ganas de compartir de todos los que formamos parte, se reflejó en jogos interesantes y sin duda, todos aportamos nuestra energía.
Ya cuando se acabó la emoción de la roda, el reencuentro, los saludos y las pláticas de actualización dije: bueno, pues creo que me voy. No tengo dónde quedarme y necesito tener acceso a internet por mi trabajo. Lo pensé mil veces y decidí intentarlo y juro que no me arrepiento ni un segundo.
Estar lejos de casa, siempre te permite valorar más aquello que das por hecho tienes al alcance. En Raíces mi celular no tenía señal, no tenía donde quedarme, no había un baño que no fuera «seco», las regaderas eran compartidas y la comida no era precisamente mi favorita y pues eso de cocinar no se me da… también extrañaba a mi partner capoeirista Nora y bueno, más bien extrañaba a cualquier persona que fuera de mi familia LDM, porque creía que podía entender que nunca había estado en un evento similar en el que «de plano nadie te conoce»… Era como si alguien va a nuestro ENC y sólo tomara el taller de estiramiento y se quedara el resto del día al evento. Así me sentía… la verdad, estaba desubicada entre personas que parecían conocerse de siempre, que sabían como funcionaba todo a la perfección y yo era «la nueva», la del grupo de iniciantes o algo así…
Todos los días que estuve ahí, aprendí mucho de todo. De la vida; de la forma de pensar de los demás; del respeto sobre las ideologías que compartas o no, existen; del intercambio cultural; de los procesos sociales; de la integración; de la confianza y hasta de los excesos en las necesidades que nos ha generado el sistema. ¿Qué más podía pedir si a todo esto le sumaba capoeira? NADA.
Mañanas de entrenamientos en los que la expresión corporal, la fuerza, la intención y la exigencia alimentaron mi espíritu y me saciaron muchas ganas y curiosidades que tenía de experimentar y aprender más sobre la Capoeira Angola. Tardes de música, de cantos, de compartir, de integrar a músicos que no eran capoeiristas pero que querían aportar a la magia que juntos construimos, porque sí, para mí fue magia… Tardes en las que aprendí que se podía hacer maculelé alrededor de una fogata; en las que aprendí que la capoeira es una expresión de libertad que no sólo se refleja a través de nuestro cuerpo… Y noches de pláticas; de integración con una comunidad de la que al final me sentí parte aunque no era mi círculo primario de convivencia; aprendí a compartir y a escuchar; aprendí a reír y aprendí a disfrutar de ‘fiestas’ que no eran las nuestras, o que no eran esas noches maratónicas de bailar forró y salsa, sino que a través de la valorización de tradiciones que hasta podría referir a mi familia (que es originaria de Veracruz), también me hicieron mover los pies al ritmo de los sones jarochos.
CM Guaxini, a quién admiraba desde hace algunos años gracias a la influencia de los medios digitales que nos permiten «vivir experiencias» a distancia, y quien durante el evento, estuvo disponible siempre, sin importar la hora o el momento, para resolver todas nuestras dudas, algunas con respuestas más profundas y filosóficas que otras; quien tenía intención de enseñarnos todo el tiempo y quien nunca limitó hablar de su vida o experiencia dentro de la capoeira. A él le debo hoy tener más preguntas que respuestas sobre la capoeira y eso me hace estar profundamente agradecida. Gracias a lo que él nos enseñó, pude reafirmar ideas que aprendí en casa y valoré mucho más que el trabajo y trayectoria de la gente que practica capoeira siempre tiene diversos panoramas.
Compartir y abrirse, siempre será enriquecedor si estás dispuesto a recibir. Yo decidí recibir y creo que desde alguna perspectiva también aporté algo en mis compañeros de viaje y a mis compañeros en el curso. Me abrí a la oportunidad de platicar sobre las inquietudes que tienen sobre la capoeira, personas con las que no convivo cotidianamente; me encantó reforzar lazos de amistad con gente que conozco de muchos años y comenzar una historia con personas nuevas a quienes conocía muy poco, pero hasta ese momento, la vida nunca me había puesto en una circunstancia de convivencia 24 horas.
Estoy feliz por la experiencia que viví en Raíces 2015. Admiro profundamente la labor de sus realizadores: Pupa y Guti, que también son capoeiristas y ahora desarrollan un trabajo independiente; admiro la solidaridad con la que su equipo de trabajo logró sus objetivos y sobretodo estoy plena de permitirme conocer y vivir experiencias tan increíbles y que a veces no nos suceden cuando salimos de casa.
Creo que para finalizar mi «extensa crónica», compartiendo a través de éstas líneas lo que aconteció hace unos días, agradezco a M. Cigano todas, sus enseñanzas, gracias a la guía que ha dado a mi recorrido como capoeirista, sé que hay cosas que me faltan y que éste camino nunca termina.