Por: Basia Wasilewska
Fue un día corto, solo tuvimos algunas actividades en la tarde, y aun así, estuvo lleno de emociones, sentimientos e impresiones…
Llegué un poco antes del comienzo oficial y desde el inicio me agradó el ambiente; todos ayudando, ocupados poniendo algo -aunque sea poquito- de su parte. Es lo que me gusta de la capoeira: el sentido de la comunidad, en LDM más fuerte que en muchos otros grupos que conozco. Hasta a mí me tocó hacer algo; ayudé a pintar las baquetas con barniz de uñas.
Antes del encuentro a veces me preguntaba en que podría ayudar YO; no soy buena para pintar, diseñar, organizar… En fin, sentía que no era buena para algo que pudiera ser útil para apoyar en el ENC. Hoy entendí que siempre hay algo que uno puede hacer; hasta la tarea más simple, como pintar baquetas, toma tiempo y cada par de manos puede resultar de gran ayuda.
Después de esto hubo clase y rodas; conforme se fue llenando Odara, el volumen de la música y las pláticas fue subiendo, el aire se volvía cada vez más denso, los vidrios empañados y al final hasta el piso mojado de tanto sudor y vapor que se convierte en gotas.
En algún momento los juegos ya eran más cuidarse para no resbalar y caer (¡lo cual de todos modos pasó y no una ni dos veces!) que cualquier otra cosa. Y, aun así, en estas condiciones poco idóneas, con calor y todos sudados, disfrutamos muchísimo de este primer día, con presencia de tantos. Me dio gusto encontrarme a tantos amigos que conocí en eventos de otros grupos, en otras ciudades, otros contextos… Y aquí estamos otra vez, como siempre confirmando que la capoeira nos une a todos y que – sin importar los grupos, edades, nacionalidades ¡Somos una comunidad!
¡Axé!