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Por: Marsel Toledo
Tomé mi primera clase en diciembre del año pasado sin esperar gran cosa. No esperaba, si quiera, que me gustara pero iba con la emoción y curiosidad que implica lo desconocido. Inicié sabiendo que entraba a un universo que probablemente nunca alcanzaría a comprender del todo.
Antes de continuar me gustaría mencionar que me dedico a las artes escénicas. Mi formación profesional es en Danza Contemporánea y de un par de años a la fecha me sentía muy alejada del movimiento y de mi cuerpo. Dejé de entrenar por varios motivos. Por un lado, no me consideraba lo suficientemente hábil físicamente y una búsqueda personal guió mi concentración hacia disciplinas corporales que requerían de otro tipo de práctica.
Entonces, sin haberme movido en mucho tiempo, llegué por una afortunada casualidad a clase con M. Rosalinda por la ardua insistencia – de más de un año – de mi amiga Ximena, con quien ahora me siento profundamente agradecida: «Anda, no pierdes nada, tu primer clase es gratis».
Lo primero que me obligó a inscribirme como alumna de Odara fue encontrarme con Rosita. Sí, digo obligarme en el mejor sentido de la palabra. Pensaba que ante una clase como la suya, ante tal experiencia y generosidad al enseñar, a uno no le queda más que decir sí, a todo. Cuando terminó la clase, me inscribí sin dudarlo.
Y con esta convicción he permanecido entrenando, descubriendo posibilidades físicas y de lenguaje. Confirmando que mi cuerpo puede hablar de muchos modos, encontrando en cada clase el deseo de ser una capoeirista capaz de comunicarse con el mundo a través de la voz y el movimiento, de la mirada y del silencio.
El fenómeno de la Comunidad Longe Do Mar
En estos seis meses he conocido una comunidad hermanada profundamente y comprometida con el crecimiento individual y colectivo. Es fascinante percibir las voluntades y talentos de cada uno de los involucrados en proyectos y actividades LDM. Podemos conocernos o no, podemos coincidir en un entrenamiento o habernos saludado alguna vez en el pasillo, podemos no habernos visto jamás y al mismo tiempo sentirnos compañeros.
Y esto es, quizá, una de mis motivaciones más importantes en este corto camino: Sentirme parte de este espacio, construido por seres que miran sin juicio, que se mueven sin miedo, que opinan para aportar, que cuestionan para crecer, que cantan desde adentro y resuenan por donde vayan.
Considerando la fascinación sembrada por mi comunidad y mi Mestra, decido tomar el primer grado y hacer examen para obtener el cordão verde. El proceso de preparación ha sido muy enriquecedor. La experiencia del examen y la energía que pudo sentirse ese día es algo que recordaré con gusto por mucho tiempo.
El examen es un símbolo. Representa, personalmente, un empujoncito para estudiar más, para enterarme qué hay detrás de lo que hacemos, para acercarme a una cultura, para interesarme por la historia y los sonidos de la capoeira, para perderle el miedo a mi propio movimiento; es una excusa para jugar un poquito más en serio y reforzar la idea de que lo que hacemos es arte… y magia.
¡Nos vemos en el batizado!
¡Axé!
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Me conmovió profundamente tu nota Marsel. ¡Muchas gracias!