Por: Ana Roiz
Cuando comenzó mi practica de capoeira en 2004, no tenía claras muchas ideas, y mucho menos la diferencia entre los estilos Angola y Regional. Lo primero que pensé fue que una era lenta y otra rápida, nada más. Han pasado algunos años y a lo largo de mi camino, que es muy corto todavía, es importante compartirles que me siento afortunada de pertenecer a un grupo en el que me han permitido conocer las perspectivas que ofrece a sus practicantes.
En 2008, tuve la oportunidad de viajar con una comitiva de LDM y M. Cigano a Brasil, para entrenar y asistir al famoso “Capoeirando” organizado por el grupo CDO dirigido por M. Suassuna. Éste evento era el punto de partida para conocer a muchas estrellas de la capoeira. Y ahí, a pesar de ser un evento de capoeira regional/contemporánea tuve un gran acercamiento a la Capoeira Angola y fue la primera vez que estuve cerca de M. Joao Grande. Recuerdo que el evento estaba por finalizar y él se encontraba descansando; en ese momento, el grupo de mexicanos se acercó a él y accedió a tomarse una fotografía con nosotros. Intercambiamos un par de palabras y fue más que suficiente para querer saber más sobre éste maravilloso y legendario personaje.
De forma paralela, tuve la oportunidad de conocer a Denis, tomando algunas clases con él y compartiendo agradables experiencias alrededor del camino que lo hizo visitar nuestro país repetidas ocasiones.
Exactamente no sé muy bien qué me orilló a ir a Estados Unidos ésta vez, ya que nunca había estado ahí y la única vez que estuve cercana a hacerlo, no pude concretarlo por motivos ajenos a mí. Supongo que es la vida, el destino y una serie de fortuitas coincidencias que me permitieron encontrar un vuelo a precio accesible y mantener la comunicación necesaria con Denis y Aisha para asistir a su evento. Platicando con Nora, coincidimos en que probablemente yo estaba ahí porque necesitaba respuestas y tenía la posibilidad y la fortuna de haber aprendido de mi mentor: Adolfo, que podía ir a buscarlas a cualquier lugar.
Llegué y fui recibida por una maravillosa familia: Minerva y Sam. Minerva practica capoeira desde hace un año y soy testigo de que Sam su esposo, la apoya incondicionalmente. Estos días, se convirtieron en mi familia, porque procuraron mi bienestar y me sentí cuidada y protegida por ellos en aspectos que van desde la salud hasta la hospitalidad que me brindaron en mi estancia en Illinois.
Tengo tanta emoción que no sé ni por dónde empezar a contarles que ésta ha sido una de las experiencias más enriquecedoras en mi camino como capoeirista, porque me di cuenta que no sólo se trata de decir: “Yo juego así / Yo hago esto / Esto sí me sale, esto no / Yo entreno tantas veces por semana / Yo doy clases en un montón de lugares / Yo tengo un montón de años de experiencia / Yo no entreno con fulano / Yo organizo eventos / Yo tengo equis número de alumnos / Yo tengo equis cordón / Yo toco o no toco el berimbau / Yo conozco la historia o no tengo la menor idea de quién ha estado involucrado en ella o algunas trivialidades por el estilo”.
Llegar a Urbana, reencontrar a Denis, conocer a su esposa Aisha, tener frente a mí gente que sólo había visto en fotografías. Estar sentada en una roda en medio de un campus universitario, todo mundo de blanco, todos sonrientes y emocionados… y Mestre Joao sentado ahí, al lado de él Mestre Plinio y Mestre Marrom dirigiendo una batería armónica y maravillosa. No miento si les digo que mis rodillas temblaban entre emoción y nervios. Es sincero también que sepan que tenía miedo de hacer algo incorrecto, ya que los protocolos de la Capoeira Angola en algunas escuelas, son muy estrictos y aunque aquí no sucedió, he tenido experiencias muy desagradables en otros lugares lo cual justificaba mi temor a equivocarme. Finalmente sólo conocía a Denis y creo que hasta ese momento, era el único que sabía que yo no era angolera, aunque claramente después de verme participar en la roda, sus integrantes percibieron que el estilo que practico no está apegado a una forma purista o tradicional de Capoeira Angola aunque mi inclinación y admiración por éste estilo y forma de expresión de la capoeira sea evidente.
Todo alrededor de este viaje, ha sumado a entender que mi camino lo ha guiado mi amigo y maestro: Adolfo (M. Cigano) de una forma ideal. Sus enseñanzas, tanto humanas como dentro de la practica de ésta maravillosa arte, me han permitido tocar las puertas necesarias para saber siempre más; para conocer otros grupos; para hacer nuevas amistades y para caminar con la camiseta puesta de mi grupo actuando de una manera transparente y adoptando una actitud pacífica y respetuosa.
Cumplir el sueño de conocer a Mestre Joao Grande es sin duda una meta cumplida, y no entenderían si les explico, por ejemplo, qué sentí cuando lo vi hacer maculelé o tocar un instrumento. Pero de toda ésta experiencia, me llevo muchas cosas que engrandecen mi visión sobre la capoeira. Un ejemplo de ello es el maravilloso trabajo de Denis, quien como la mayoría de nosotros sabe, evolucionó en su camino dentro de la capoeira y hoy tiene un grupo de trabajo en el que afortunadamente (desde mi visión) la mayor parte de sus alumnas son mujeres; en el que existe un ambiente de cordialidad y respeto del cuál jamás había sido testigo y sobretodo que el camino de la capoeira es tan infinito, que nunca hay que quedarse quieto.
Si tuviera que contarles qué aprendí exactamente, les diría que nuevos y complicados movimientos; una forma distinta de hacer la ginga; la importancia de la expresión corporal; que debo apegarme de forma más estricta al protocolo del uniforme; que no puedo cantar más de un corrido si es mi turno; que no debo cruzar los pies cuando estoy sentada en la roda; que aquí todos estamos para sumar y que no tengo excusa por no saber portugués.
Pero no podría explicarles el significado tan grande que tuvo para mí escuchar de Mestre Joao Grande la importancia que tiene la mujer dentro de la capoeira; la emoción que tuve de conocer a algunos alumnos de Capoeira Angola Center; de ver el proceso creativo de Mestre al dictar un movimiento; de ver a mujeres que sin miedo y con muchas ganas, y sobretodo sin importar su edad o condición física, se expresan a través de su cuerpo; de entender que la fidelidad a un maestro existe, fui testigo al platicar con algunos alumnos de Denis que han estado cerca de él en el proceso evolutivo de su capoeira; de saber que las comunidades se fortalecen a través de la suma del valor de aquellos que las conforman y de conocer la opinión y visión de respeto de quienes compartimos muchas horas de rodas y entrenamientos.
Entendí, que Mestre Joao Grande es un ícono y una leyenda viva de la capoeira, pero también es un ser humano. Y la verdad es que también deben saber que la vida me ayudó para estar cerca de alguien a quien he admirado y de quién he escuchado historias infinitas veces, pero nada se compara con el abrazo y las palabras que compartió conmigo, cuando tuve oportunidad de hablar con él, después de preguntar ¿dónde estaba la mexicana?
No podría terminar de compartirles mi experiencia si dejara de mencionar que mi admiración y respeto por Mestre Plinio y Mestre Marrom se fortalecieron desde lo que aprendí de ellos como mestres y también al ver que como en este camino que es infinito, ellos también siguen aprendiendo.
De alguna manera trato de entender hacia donde quiero llevar mi camino dentro de la capoeira y por eso es que he tratado de encontrar respuestas dentro y fuera de casa y por casa tengo en el corazón a Longe do Mar. Hoy, mis preguntas definitivamente, no están, enfocadas en buscar un nuevo lugar al cuál ir, sino en encontrar y seguir conociendo nuevas formas de expresión a través de la capoeira.
El día que preparé mi equipaje llevé de todo… pero lo que me vino conmigo de regreso a casa, es una de las mejores experiencias de mi vida, que no habría sido posible si faltara cualquier persona, cualquier momento, cualquier cosa.
¡Axé!