Soy Denisse Lavalley de cariño me dicen Den. En la Capoeira tengo dos apodos: el que me dieron mis compañeros cuando comencé mi práctica que es Cafeína y otro que hace algunos años me puso M. Acordeón, Jambo. Llevo casi quince años en ésta disciplina; para mí la capoeira es todo o casi todo, gracias a ella y obviamente a mis Mestres y a la comunidad he superado varias etapas difíciles en mi vida.
El primero al estar en una adolescencia tardía y estar de fiesta en fiesta, mi cuerpo y mi vida pedían auxilio a gritos. Diagnosticada con úlcera gástrica desde los 18 y una serie de desgastes consecuencia de los desvelos y la juerga. A los 21 años tomé mi primer clase de Capoeira con mi CM muy querida y que siempre he admirado: Rosalinda. Pude a partir de ahí encontrar un equilibrio, conocí las capacidades de mi cuerpo, encontré amigos y algo más valioso: encontré el amor, ahí comencé a formar una historia, mi familia.
Después de tener a mi primer hijo: Devin, estaba trabajando en la burocracia, frustrada, cansada y con este nuevo rol de mamá, poco tiempo tenía para estar de lleno en la capoeira… lo poco que iba o cuando estaba, siempre era bien recibida junto a mi familia, acogidos por la comunidad… aunque mi cuerpo ya no era el mismo que antes lo intentaba y la gente me apoyaba.
Seguimos yendo y viniendo entre la vida, el trabajo, la familia y a veces la capoeira. Así llegó mi segundo hijo: Joshua, que venía con más retos y ahí fue de vital importancia el apoyo de mis Mestres. Ahí con casi veinte kilos arriba, un hijo con una insuficiencia cardiaca y un trabajo de terror, me sugerían lo que yo pensaba imposible en ese momento, trabajar en la capoeira y dar clases… ¿en verdad yo podría?
Pues comencé el reto: operaciones a mi hijo, comida saludable, renunciar a ese trabajo y monitorear clases de niños con mi Contramestra. Aprendí de ella todo… la capoeira y cómo enseñar a los niños.
No es un camino tan fácil: tener hijos, esposo, familia y compromisos… te juzgan. Al parecer la capoeira no es un trabajo tan serio, es difícil que comprendan que ir a los eventos ayuda a nuestra formación y no es sólo ir de fiesta, aunque también es parte -jejeje-. Así, después de esto he podido continuar dando clases a niños que es una cosa seria y divertida a la vez, me encanta.
Hace unos meses muchos acontecimientos estaban anunciados entre ellos, la enfermedad de mi hermana, que anunciaba su prolongado y triste desenlace. Ocurría esto y mi mente y yo ya no pertenecíamos a este mundo, a esta realidad. Ir a clases o a un entrenamiento era un logro. Estar en medio de un salón de clases era muy difícil, ya que apenas lograba seguir instrucciones y que mi mente recordara una secuencia era un plus.
En medio de este caos, logre tener un momento de claridad y contactar con alguien de Ririki, una asociación dedicada a trabajar con niños en riesgo y cuyo objetivo está en apoyar su desarrollo a través de diversos programas. Pensé en qué tanto la capoeira podría servir… tuve una respuesta positiva al proyecto, se concretó y viaje a Guadalajara. Una vez más las enseñanzas que he tenido en Longe do Mar, me ayudaron.
Para mí es de vital importancia obvio la capoeira y más la comunidad que te invita a seguir creciendo y vivir al cien por ciento con amigos y familia. Es por eso que #YoSoyLDM ahora orgullosa Profesora de capoeira, madre, hija, esposa, amiga y compañera.
¡Ésta comunidad me ha enseñado que todo es posible!
¡Axé!