A finales del siglo pasado, apenas unos cuantas personas en México, muy jóvenes en ese momento, comenzamos a practicar algunos movimientos raros, de ataque y defensa, pero al ritmo de tambores y música.
Era algo sumamente novedoso y exótico, algo llamado Capoeira y provenía de Brasil… ¿o de África? Era lo que menos importaba en ese momento, pues en realidad nadie tenía una idea clara de qué era eso de la capoeira, ¿era técnica de combate, era una danza o se trataba de acrobacia con tambores?
Sólo sabíamos que era ¡fascinante! Además, tenía con un gran valor agregado… contaba con la presencia de mujeres hermosas y les gusta bailar samba.
Era una época en la que prácticamente nadie tenía acceso a internet, la idea de ver o compartir videos por youtube o facebook, jamás cruzaba por nuestra mente. No teníamos a quién o de dónde copiar. Aquella persona que lograba hacer una bananeira, un aú o macaco, ya era considerado un capoerista avanzado. De hecho, quien podía sostener el berimbau por diez minutos era sobresaliente y encontrar música o instrumentos de capoeira “¡estaba cañoóoon!”
Así, fue que en 1996 ó 1998, gracias a Mariano Andrade (actualmente M. Manhoso), conocí al primer Mestre de Capoeira: Curió. Un gran capoeirista, mejor cantante y angolero “de hueso colorado.”
Recuerdo claramente que M. Curió me regañó cuando trató de hacer un macaco, indicándome que eso no era capoeira angola. Cuándo le pregunté por qué no se podía aprender capoeira angola y capoeira regional también, él me respondió diciendo algo que se podría traducir como “¡No se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo!” La verdad, no me convenció su argumento.
La visita de M. Curió fue un verdadero parte aguas para la capoeira en Mexico, pues como resultado, aquel pequeño grupo se bifurcó. La mayoría de la gente decidió seguir a aquel Mestre con un estilo de capoeira sumamente tradicional que no permitía otras opciones.
También hubo un grupo de personas que decidimos conocer más, tener nuevas experiencias, ampliar nuestra visión del “nuevo mundo” que acabábamos de descubrir… la capoeira.
Este grupo de personas, “los disidentes”, no teníamos grandes expectativas, no queríamos cuerdas, cordões o grados, sencillamente jugábamos capoeira por amor al arte; con todas nuestras limitaciones, pero disfrutando de la fiesta y gozo para el cuerpo y alma que este arte despierta.
Desde mi experiencia, todo fue un proceso un tanto natural, espontáneo, sin haber sido planeado (como pasó con M. Pastinha). Así fue que el grupo de “capoeristas disidentes” tomamos, Adolfo Flores (actualmente M. Cigano) como nuestro guía, no sólo por ser el alumno más avanzado y que ya daba clases, sino por su enorme compromiso, entrega y sobre todo, gran pasión por la capoeira.
Recuerdo como si fuera ayer que mi amigo Adolfo, hoy mi querido M. Cigano, estaba muy chavo y no se asumía como “el profesor”. De hecho, él no quería recibir pago por impartir su clase y decía “sólo estoy compartiendo lo que más me gusta hacer”.
Al Pedro Bala y a mí personalmente, nos costó trabajo convencer al hoy primer Mestre de capoeira nacido en México, de que su clase era maravillosa, que él era un profesional y que se debía asumir como tal; para lo cual tenía que cobrar su clase aunque fuera una cuota simbólica pues por ley natural “para dar hay que recibir.”
Han pasado ya más de veinte años desde aquel entonces, algunos amigos queridos a quienes les debo seguir en la capoeira tomaron su propio camino; algunos abrieron sus propios grupos, otros incluso ya fallecieron (como Ximena y el Roger, a quienes aún hoy los más viejos echamos de menos). De la misma manera, nuevos queridísimos amigos han llegado al grupo y a nuestras vidas, con todo e hijos y ¡hasta mascotas!
Para bien o para mal, el grupo de amigos poco a poco se consolidó en un grupo de capoeira… Capoeira Longe do Mar. Hace un par de años, tratando de ir un paso más allá también nos conformamos como una Asociación Civil sin ánimo de lucro (A.C.). Pero mucho más allá de eso, nos consolidamos como comunidad, con pequeñas células o clubes de capoeira en la Ciudad de México y el interior de la República; también compartimos con amigos y compañeros que si bien no formamos parte de la misma escuela, sí recorremos juntos el camino de la capoeira en armonía y camaradería.
Durante todo este tiempo he tenido el honor y enorme placer de aprender y atestiguar el trabajo de mis amigos y compañeros de mil batallas, Adolfo y Rosalinda (su pareja), para convertirse en mis queridos y respetados M. Cigano y CM. Rosita, quienes son el tronco de una gran árbol que brinda sombra, resguardo, frutos ¡y hasta fiesta a toda la comunidad! Gracias a ellos el grupo está muy cerca de grandes Mestres como Acordeón y Suassuna; también ha conocido luchadores increíbles como M. Deley y M. Aranha; jugadores asombrosos como M. Cabelo, M. Coruja, M. Kibe y M. Poncianinho. Interactuar y jogar con ellos nos ha permitido formar nuestra propia capoeira, con virtudes y limitaciones, pero auténtica y desde el corazón.
En esta aventura que comenzó sin darme cuenta, la comunidad de Capoeira Longe do Mar se ha vuelto algo mucho más que un grupo, se ha transformado en un espacio en donde he podido conocer personas y formas de entender la vida distintas, gozar de la música, maravillarme del cuerpo, caer y levantarme; pero eso sí, siempre seguir sonriendo.
Estos veinte años me han brindado el regalo de hacer de Longe do Mar, mi grupo, mi comunidad y mi familia, me han enseñado a disfrutar de la vida, aprender a crecer y hacerme viejo con cariño, respeto y mucho ánimo también.
Hoy, a mis 44 años, procuro el arte de encontrar el delicado equilibrio entre el combate y la cooperación, en un juego lleno de adrenalina, acrobacia; con cadencia musical y una gran sonrisa… Procuro el arte de la capoeira; y puedo decir con orgullo y humildad: #YoSoyLDM
CM. Kawil
(Dr. en D. Juan Carlos Carrillo Fuentes)
Foto: Javier Campuzano