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Por: Kenji da Maré (GECA)
Más que un cantante de primera y capoeirista de valor, tuve el privilegio de conocer un poco al gran ser humano: humilde, sencillo y compartido que es éste gran Mestre de capoeira. Ya que, hoy en día, más que el talento o barbarosidad de alguien, lo que más aprecio de cada curso, clase o taller al que voy son los momentos especiales, lo compartido con las personas, las sonrisas; la energía y las emociones que se generan como resultado. Y, contemplando todo esto, el curso superó mis expectativas.
Ya tenía un tiempito siguiendo el trabajo de M. Toni Vargas como cantante y compositor. Él es, hoy en dìa, el único Mestre fuera de la capoeira angola que escucho regularmente y de quien presumo saber algunas ladainhas y corridos. Su tono de voz, la emoción con la que canta y la forma con la que armoniza con el berimbau tienen la capacidad de enchinarme la piel, trasladarme a otra época, conectarme con personajes históricos de la capoeira y hacerme sentir como si estuviera a pie de berimbau, en medio de una roda; vibrando de energía. Y conocerlo en persona multiplicó todas esas sensaciones.
Desde el primer día de clase en Odara Roma, recién entré al salón, me quedé estupefacto al ver y escuchar a los Mestres Toni, Cigano y Rosita tocando y cantando. Pude sentir una vibra que hace años no había sentido, desde mis inicios como capoeirista con M. Pedrinho de Caxias. La voz de Toni en vivo tuvo un efecto tan hipnotizante que no pude ni siquiera ir a guardar mi mochila y acercarme a la banca. Me quedé ahí, casi en la entrada, parado, escuchando y observando hasta que uno de mis amigos me hizo reaccionar al saludarme. Rápidamente me senté y, ahí estaba, a tan solo unos metros, boquiabierto y extasiado por tan bonito acontecimiento.
La clase de movimientos y secuencias fue todo un desafío. Como angoleiro oxidado con cuerpo joven, pero con complejo de viejito, desde el calentamiento me resultó emocionante, pero complejísimo y totalmente nuevo para mí. Aunque los balanceos sobre la espalda ayudaron con mis problemas lumbares, el resto de la clase lo sentí como si estuviera aprendiendo otro idioma. Por suerte la #ComunidadLDM es empática y caritativa, varios se apiadaron de mí y me guiaron en cada uno de los desafíos. Jenny me explicó la primera secuencia, CM Rosita (mi nueva ídolo) estuvo al pendiente dándome ánimos y apoyándome con las dudas, el buen Bate y Ligeiro que siempre me indican cuando me atraso o mi dispersión y fritez hacen de las suyas. Y sólo así pude completar la clase sin accidentes y feliz por haber aprendido algunos nuevos movimientos de una capoeira que nunca antes había experimentado. Aprendí nuevas palabras de un lenguaje en esencia parecido al que conocía, pero con acentuación y cadencia diferentes.
La siguiente parte fue aún más interesante y emotiva. Los tambores sonaron, el ritmo fue marcado y ¡comenzó la danza! al ritmo de maculelé, si no mal recuerdo. Hicimos algo espectacular, algo que nunca antes había visto: hombres de un lado, mujeres del otro, coros afinados y, con el antecedente de una bella historia contada por M. Toni, como por arte de magia, parecía que todos sabíamos que hacer y se armó una especie de coreografía que narraba una bonita historia, después hombres y mujeres se mezclaban y el baile continuaba un poco más. Se generó un ambiente y energía indescriptible, ni siquiera un video le haría honor a ese gran momento.
El fin de semana hubo puxada de rede, danza en la que había sido introducido por el gran Simpa, pero aún bastante nuevo y con algo de pena, me animé a participar. Una vez más una bella historia para entrar en ambiente y movimiento a movimiento fuimos guidados por el Mestre en éste baile tan armonioso y disfrutable. Por pequeños momentos mi mente se desvanecía y mi cuerpo se dejaba guiar por ese sentimiento de unión con los demás; todos sincronizados. Éramos felices pescadores jalando la red al ritmo de los tambores. ¨Minha jangada vai sair pro mar…¨
Para la clase de capoeira ¨berimbau chamou¨, se requerían tocadores para la batería en vivo y, los que me conocen, saben que mi foco de atención está siempre en la música. Me ocurre mucho en las rodas que, por momentos, dejo de observar los jogos por concentrarme en los tocadores, su técnica y sus variaciones; siempre hay algo nuevo que aprender. Hubo quien comentó que tocar era desaprovechar el curso, pero para mí era una gran oportunidad que no podía dejar pasar. Ser parte de la batería en una clase con M. Toni es algo que no ocurre a diario y también me permitió observar los movimientos antes de hacerlos, pude ver a varios de los Contramestres y Profesores en acción: Banano, Nao Veio, Simpa, Denisse, Ana, Batería, Sombra, los demás estaban más lejos. Verlos en acción junto con los alumnos avanzados me deja claro que aún me queda mucho camino por recorrer. La limpieza de sus movimientos, precisión de sus patadas y diversión entre camaradas es todo un espectáculo digno de ver.
Cuando al fin fue mi turno de practicar las secuencias corrí al área de iniciantes y, si bien hubo muchos momentos de duda, creo haber, más o menos, entendido la mayor parte. Las explicaciones del Mestre eran muy claras, las secuencias eran aparentemente simples, pero entender la esencia y visualizar su aplicación dentro de un jogo era lo interesante, por suerte el ejemplo de CM Rosita y un alumno de M. Mindinho con gran habilidad, dejaban bastante claro lo que había que hacer.
El evento como tal cerró con una roda con varios jogos espectaculares, aunque tal vez mi único comentario no tan positivo sería que me avergonzó mucho que hayamos roto el ritual del Mestre con nuestros coros sin energía, y tuviera que reiniciar todo de vuelta, pero ahí terminé de darme cuenta de su humildad y comprensión. Apenas si frunció el ceño, manifestó su disgusto y continuó con la mejor actitud posible. En mi pequeña trayectoria como capoeirista he visto Mestres aventarse una hora entera de regaño por mucho menos de lo que hicimos. El ritual es la base de todo, lo que marca la energía, lo que inspira, lo que conecta con aquello en lo que creemos. Sin ritual la capoeira no sería tan diferente de cualquier otra danza o lucha.
Hay muchas más cosas para contar como la alegría que me dio ver a los amigos de otros Estados y conocer a más gente buena onda, la buena vibra que me transmitieron las personas de Longe con las que he estado conviviendo éste último mes y muchas cosas más; pero, para no extenderme con mis cursilerías, sólo quiero expresar mi gratitud por la camadería y enseñanzas dentro y fuera del evento. Fue bonito ver a tantos grupos diferentes y todos pasándola bien: sonriendo, compartiendo, aprendiendo juntos. Y las enseñanzas que dejan los Mestres en la roda chica y grande fue toda una experiencia súper especial. Dos visitas a Garibaldi, festejar el cumpleaños de M. Toni, ver a M. Cigano y amigos cantando con el mariachi y bailando en plena plaza, CM Rosalinda compartiendo en su casa su trayectoria y vivencias capoeirosas, escuchar cómo fue su primer viaje a Brasil, cómo inició LDM y todo lo que han luchado para hacer éste gran sueño realidad, ver su biblioteca, la oficina donde ocurre la magia que precede al más grande grupo de capoeira que conozco, y entrar, literalmente, hasta la cocina. No hay palabras que describan mi gratitud y admiración por estos grandes Mestres y seres humanos. La calidez y buena ondez de sus alumnos son un reflejo de lo que han aprendido de ellos.
¡Axé Longe do Mar!
Fotografía: Luis Antonio Morales
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Muy emotiva tu nota Kenji, agradezco que nos hayas acompañado.
Axé!