Por: Alejandro Gómez Saffog
Demos un traguito de ron
a la luna y a las estrellas
para que nos alumbren bien
y la noche sea mas bella
y perdidos en la mar
y perdidos en la arena
Carmen Diez Torio
-No vienes a entrenar, pero sí vienes para irte a la playa- escuché la voz chillante de Pedra quien me recibía con una sonrisa mientras me adentraba a Odara Roma. Respondí con una sonrisa pues en parte era verdad, aunque no totalmente. Ya dentro del estudio con la brillante luz blanca reflejándose en el piso de madera, observé al Quebra y Diana, su novia, aguardando pacientemente por el transporte que nos llevaría. Saludé y platicamos de Cancún o de Playa del Carmen, aunque luego Quebra me corregiría y mencionaría a Mérida como la ciudad con un calor endemoniado y una tranquilidad de vida impresionante. Conforme el tiempo fue pasando, fueron llegando más camaradas de capoeira: Carnetina, el Zum o Indi y Liz; Novino y Nana; César o Guasoni, Tania, Huitzi, Quiqueu… los recién enamorados: Ian y Arena; Mirna y sus hijos.
El reloj convergía a media noche y la tensión empezó a calar, sin duda era momento de partir. Omar nuestro chofer nos mostró el indibus, como bautizamos a la camioneta que nos llevaría; era negra con asientos relativamente cómodos, aire acondicionado y una pantalla enorme para que aleataramos como insectos en pos de la luz azulácea.
Las risas fluyeron y de nuevo como si fuese la última ocasión en que volviésemos a tener contacto con la ciudad de los palacios nos detuvimos en la tienda de conveniencia cuyos colores rojo y amarillo pululan por toda la república. El trayecto fue un tanto surreal, pues la película que el espíritu del indibus eligió fue Paprika. Un terrible tráfico en la salida a Cuernavaca nos recordó nuestra hermosa ciudad y las chispas de las reparaciones cayeron cual fuegos artificiales que auguraban la emoción del viaje. Como pude, dado mi tamaño, me acomodé en el asiento individual y a lapsos el cansancio me venció. Cuando desperté observé el sol que sólo la playa puede ofrecer, una luz intensa como si el sol quisiese competir con el mar con oleadas luminosas, mientras tanta el indibus recorría las calles de Zihuatanejo buscando la pizzería de todas las pizzas y a lo lejos vimos el mar asomándose en las torcidas calles. El Indi marcó a Biriba, uno de los organizadores del evento y monitor de Longe do Mar en dicha ciudad, este respondió y nos fue guiando. El fluir tranquilo de aquellos quienes viven en los estados chocó con el ímpetu de quienes viven estresados en la ciudad, así varios nos desesperamos y comprendimos que ya estabamos en Zihuatanejo con todo lo que ello implica: darle tiempo al tiempo. De ahí Biriba nos llevó a Playa Madera y terminamos desayunando con telón de fondo el mar en «El Chiringuito», uno de los patrocinadores del evento. Dicho restaurante con sus palapas, mesas y cervezas se convertiría en el cuartel de operaciones de los días que durase el huateque capoeirista. Ahí una vez más nuestra ansiedad de las cosas casi instantáneas fue sosegada por el oleaje lento del mar.
Regresamos a la camioneta y ésta vez nos encaminamos a la casa-gema de alguna corona imaginaria que ciñera uno de los tantos cerros que rodean la bahía. Las casas aledañas luchaban por darse a respetar entre ese verdor típico de un clima tropical. En algún punto tuvimos que bajar del autobús, pues la cuesta era bastante empinada y que mejor que hacer un poco de pierna. Conforme llegamos nos fuimos topando con más banda capoeirista: Volta ao Mundo de Aguascalientes, el resto de los alumnos de Biriba y uno de sus apoyos Descordinado, la banda de San Luis Potosí, Querétaro, Guanajuato y Morelia: Sombra y Conde; Morcego, uno de los organizadores, y su bella novia de Marsella, Pretzel y Mola.
Éste evento Foi na Beira do Mar, contaría con los profesores de LDM como talleristas. Desafortunadamente dado mi trabajo, tuve que encaminarme al centro de la ciudad para resolver algunos pendientes y perderme buena parte de lo acontecido el viernes, pero por las fotos en el caralibro el resto del día la banda disfrutó de la playa y de jogar capoeira en la arena, literalmente en la orilla del mar. El primer taller lo impartió profesor Sombra y aconteció hasta los albores del ocaso y se entiende perfectamente, el calor al medio día es insoportable, imaginen ustedes entrenar a dicha hora, el lugar sería el Instituto Municipal de Cultura.
La clase que impartió Sombra fue pesada, a decir de los capoeiristas a quienes interrogué, una clase muy aeróbica, para posteriormente dar pie a la roda de inauguración. Por la noche el punto de reunión para la cena fue una vez más El Chiringuito y luego el retorno a la casa que nos daría hospedaje a todos. Una casa de un piso y una azotea cubierta. Las cervezas se fueron haciendo presentes y varios aprovechamos los tatamis para descansar y beber, mientras conversábamos sobre los alrededores de Zihuatanejo y uno que otro mito.
El sábado una vez más la cita fue desayunar en El Chiringuito, disfrutar la playa, jugar un partido de frisbee, montar la banana, reposar disfrutando el mar y la sorpresa de ver a profesor Banano llegar a primeras horas de su visita a Colombia. Los talleres de dicho día fueron impartidos por Prof. Pretzel, Prof. Novino y Prof. Mola.
La clase de Prof. Pretzel fue básicamente sobre entrar y salir, entrar en el ataque del juego y salir en la defensa del juego, su idea era el dinamismo en la roda, que a veces se pierde por esquivar de manera estática un ataque cuando se entra como si los jugadores de capoeira fuesen dos imanes que se atraen para quedar estáticos, perdiendo así el dinamismo del juego. La idea de su cátedra era emular dos imanes que se atraen para luego repelerse.
El entrenamiento impartido por Prof. Novino fue más aeróbico y se centró en armar una secuencia: Meia lua de compasso(A), esquiva lateral y meia lua de compasso(B); resistência, rehilete y escorpião(A), resistência, rehilete y meia lua de compasso(B). Dicha secuencia se fue armando junto con todos los elementos que conlleva entenderla: un juego cercano, aplicar bien el regreso de resistência a meia lua de compasso y el escorpião.
En este punto debo mencionar que parecía sopa de sudor, mi cuerpo sentía un calor curioso dado el sol de medio día que tostó mi piel, el acaloramiento aeróbico del entrenamiento que contrastaba con mi ropa empapada en sudor. En algún momento mi mente débil sugirió saltarme la clase deProf. Mola, pero afortunadamente decidí seguir. Un poco antes de que empezara, mientras aprovechaba el hecho de que el instituto cultural tuviese una tienda para comprar agua, me topé con la recién llegada Gacela, esposa de Prof. Mola, y su hermosa sonrisa.
Prof. Mola se transformó en una especie de general y comenzó a impartir su clase, su capoeira sin duda es de contacto, así lo ha demostrado en las rodas en que lo he visto jugado y así sucedió en el entrenamiento donde en lugar de responder a un ataque con una defensa, se respondía con un contrataque. La secuencia: finta de meia lua(A), finta de meia lua de compasso(B), joelhada(A), bloqueo con mano, brinco hacia atrás apoyando la otra mano, rolê y acercamiento con meia lua de compasso(B).
Finalmente con la negra noche de fondo, las clases del sábado terminaron y la siguiente parada fue una vez más El Chiringuito para cenar, descansar y prepararse para la roda de exhibición en el algún corredor peatonal del bar que patrocinó el evento en el centro. La caminata por el andador que da de Playa Madera al centro de Zihuatanejo fue más que agradable, la brisa tibia… el cielo azabache intentaba lidiar con las luces de la pequeña ciudad, se me hizo idílico cruzar por los puentes coronados de mampostería roja y varias plantas recordándonos lo tropical del lugar. De pronto una feria, llena de juegos mecánicos y puestos de comida surgió como un oasis y en una de tantas calles llenas de papel crepé con los colores patrios enfrente de un estudio de tatuajes, el bar hacía aparición con música de rock. Dejamos nuestras cosas en el fondo de tan curioso local, una pecera de agua dulce seperaba dicha parte del resto de las mesas y los comensales bebiendo cerveza y algún otro trago. Poco a poco se fueron acomodando los capoeiristas ya vestidos de blanco, como gallos a punto de ser soltados en una especie de palenque; la roda de exhibición comenzó con São Bento Grande, varios juegos cerrados, otros más con floreios y finalmente el ritmo acelerado acompañado del Adeus Adeus que anuncia que la roda pronto terminará para finalmente tomar aliento y recordar que la vida es baile con la samba de roda.
Hubiera sido interesante escuchar el toque de Cavalaria, pues varios se quedaron y perdieron en el tumulto de gente que poco a poco se fue disipando, otros más cedimos ante al cansancio y decidimos regresar a la casa a bañarnos y beber con más tranquilidad, yo exhausto preferí hacer fiesta profundamente dormido.
En el último -en mi caso- o penúltimo día del evento fue más de gozadera en la playa, fue interesante observar el desfile de colegialas festejando el día de la Revolución Mexicana. Ya en la playa, me uní al coro de Prof. Huitzi, quien acompañado de su cavaquinho y comenzamos a cantar diversos temas de samba, como A batucado dos nossas tantas, aprovechando las mesas y las sombrillas de El Chiringuito dispuestas en la playa.
En algún punto los voladores comenzaron a hacer machincuepas y no pasó mucho para que emulando lo efímero de las figuras de arena la roda de playa se volviera a armar. Luego la foto oficial del evento, acompañado de sonrisas y de ese sentimiento de haber vacacionado con capoeira y muy buenos camaradas. Un ron colombiano traído por Banano, me supo a gloria… el mar, la banana y reír al ver como varios asustados por haber caído pensaban que morirían para luego darse cuenta que traían chalecos salvavidas.
La última clase fue impartida por Prof. Banano, clase acompañada por varios capoeiristas tocando y el sol del ocaso meciéndose sobre ellos como si fuese una persona agitando su mano despidiéndose. Su clase fue didáctica y orientada a dejar fluir el juego, prueba de ello fue que en la roda de clase jugué dos veces con una hermosa amazona de Lázaro Cárdenas, la primera vez el juego fue tosco sin posibilidad de hacerlo bonito, la segunda vez, después de los comentarios puntuales de Prof. Banano, el juego fue todo lo contrario, un juego suave, un juego bonito.
Dada la presión de algunos por tener que partir, ya que la situación de Guerrero no está para bollos, el evento finalizó inesperadamente con una muy buena roda de clase. Los hasta luego se hicieron presentes, las sonrisas… El indibus nos esperaba para llevarnos a la casa y bañarnos. Con el tiempo encima y la tensión de la partida ya entrada la noche abordamos tuvimos un regreso tranquilo disfrutando y mascando la experiencia de hacer capoeira a la orilla del mar, unos roncando, otros más bebiendo un buen ron, unos cuantos enamorados por primera vez o una vez más…
«Como gallos a punto de ser soltados en una especie de palenque» ¡Gran nota! Me lo perdí 😉
Buena nota amigo,. Me imagine estar leyendo un libro de una novela. Bien elaborada.
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